Hay parejas que se conocen, se saludan y se casan en un hotel de Londres, Inglaterra, y luego pasan su vida entera juntas. Otras familias comparten un piso en un condominio y se llevan bien durante las noches. Sea como sea, estas historias de amor son las que componen gran parte del romantismo y el éxito de las películas romance. Todo empieza con una cita en una comisaria de Londres, Inglaterra, en la que se encuentran Robert Pattinson y Emily Blunt. Esta historia de amor y el hecho de que unos pocos encuentren algo de romanticismo en las películas de guerra hacen de The Devil’s Disciple una de las mejores adaptaciones del film de Philip K. Dick, The Man in the High Castle. Y esta fue la razón por la que la película se estrenó durante las semifinales de los Oscares, frente a Blade Runner y El Padrino. La mejor manera de apreciar la película es en la versión cinematográfica, en blanco y negro.
La cámara y el poder
La capacidad de la cámara de elegir y moldear la acción hace que los films paseñeros y otros documentales de guerra sean vistosos, como una película de fantasía. Y al mismo tiempo, los críticos afirman que las películas han mejorado por haberse basado en la realidad que esperaban la gente. En la película de terror Inside Out, una buena adaptación de la novela de Stephen King, la protagonista Riley Bostwick se enfrenta a una de las mayores crisis de ansiedad que ha vista. Durante algún tiempo, Riley ha pasado inadvertida, sentada en su coche de niña, mirando alrededor. Cuando el momento está poco a poco y cánticos de «jódete» entonan el cielo, Riley se pone en pie y con sus ojos vacíos hacia adentro y hacia afuera, con el pelo revuelto y una piel achinada, le da la vuelta al mundo de la manera más estremecedora posible. La película termina con una escena en la que Riley descubre lo que supondría estar en pie y con vida, en un cambio de piel. No es de extrañar que ese sea el final de una película de terror, dado que estar en pie y vivir es la manera más fácil de sobrevivir.
El guerrero de apacible y manso»h2>
Manso siempre ha sido una palabra que se aplica a un hombre que no pierde ninguna oportunidad de ponerse grosero o agresivo. Los guerreros de apacible y manso son hombres con los que se entiende y que no osarían engañar. Esos hombres saben hacer las precaución para no herir ni lastimar a nadie. Es más, saben disimular sus arrebatos de ira haciendo las veces de «macho» o «hombre», a fin de no herir la susceptibilidad de los otros. Hay películas que hemos visto antes, de acción, donde los personajes se ven groseros o deprimidos y suelen cometer errores, pero luego aparecen de repente y nos dicen: «Aquí estoy hombre. Estoy de enhorabuena. Aquí estoy para hacerte un favor hombre, para que sepas que soy tu verdadero amigo.» O, como en Casablanca: «Perra paleface.»
El dios o la diosa del éxito
Nuestro sistema está hecho para preguntarnos a nosotros mismos: «¿Qué tal si?». Y por «¿Qué tal si?», llega el éxito. El éxito siempre ha sido la diosa del amor, la fama, la fortuna y la proeza. La belleza, el éxito y la música se encuentran en un mismo círculo. Hemos llegado a un punto en que podemos hacer el inventario de los logros del éxito a partir de la televisión. Hay producciones que hemos pagado para ver cómo se desarrolla la acción, de la misma manera que comprabas un libro porque querías saber qué sucedía la mitad de las veces. El éxito le da la vuelta al mundo a las personas que lo contiene. El éxito les da la mano y los hace famosos, ricos y influyentes. El éxito les dota de oportunidades que antes no tenían. Eléctricamente hablando, el éxito es lo mismo que una mujer. Los dioses y las diosas del éxito esperan la curiosidad de la gente hacia sí. El éxito es la respuesta que buscan las minorías. El éxito es lo que les permitirá a las personas con discapacidad mental crecer, sobrevivir y sentirse orgullosos de sí mismos. El éxito les da potencia, les da fuerza y les da fama. El éxito les da la mayoría de las cualidades que teníamos que buscarlos. El éxito les da la esperanza de vivir mejor y de morirse antes. El éxito les da la esperanza de ser más que una mera marca que se anuncia con orgullo. El éxito les da una vida. Esta es nuestra batalla. Nuestro deber es luchar por el éxito. El éxito espera en peligro de extinción. La única forma de salvarlo es mediante el desarrollo personal. Cuando terminemos esta revolución, el éxito habrá triunfado y será nuestro amigo personal. Y habrá empezado una nueva era. Siempre hay suerte en el juego. Siempre. ¿Qué tal si? ¡Buena suerte!